lunes, 2 de diciembre de 2013

DIVÁN ANDALUSÍ

Abu Muhammad Ali ibn Hazm

De "Sobre quien se enamora por una sola mirada"

Pecaron mis ojos moviendo esta angustia de amor en mi corazón,
y mi corazón envió las lágrimas para vengarse de los ojos.
¿Cómo encontrar justas estas represalias del llanto,
cuando anegan las pupilas con sus fluidos torrentes?
Antes que la viese nunca la encontré para conocerla,
y el momento en que la vi fue nuestro último encuentro.




'Abd al-Rahmân I

"De mi parte a mi otra parte"

¡Ay! ¿Quién cabalga hacia mi tierra, la de Siria?
Acarrea mis saludos y haz allí su entrega.
Como ves, está mi cuerpo en esta tierra lejana
y mi corazón y sus señores están en otra parte.
Distanciarnos fue predestinado, nos hemos alejado,
y la lejanía quitó el anhelo de mis ojos para siempre.
Alá resolvió separarme de mi otra parte amada.
¡Quiera Alá que nos reunamos otra vez en al-Ruzafa!

[Metro: Jafïf; Rima: dï]

"Palmera"

En medio de al-Ruzafa vieron mis ojos una palmera de Oriente
que se alojó en la tierra de Occidente, desde el país del palmeral.
Y le dije: eres como yo en éxodo y lejanía,
y en la gran distancia de mis hijos y de mi hogar.
Tú has crecido en una tierra ajena, extraña.
Tu caso al mío es igual: los dos en exilio y en fatal pena.
¡Que seas regada por las densas nubes abundantes
que descargan agua y siguen reclamando más!

[Metro: Tawïl; Rima: lï]

¡Ay, palmera de mi alma! Tú eres extraña, como yo, extraño
en Occidente, lejos de tu raíz de antaño, oriental raíz!

"Sólido reino"

Nadie como yo, impulsado por noble indignación
y desnudando el firme alfanje de doble filo cortante.
Nadie como yo convirtió su firme decisión en un arma
que a todos los enemigos desnudos les es lanzada.
Cruzó desierto tras desierto y navegó por mar y por ríos,
superando oleajes y atravesando yermos territorios.
Construyó un sólido reino, fundó un poder fuerte, glorioso,
y edificó un almíbar independiente, mezquita para oración.
Reorganizó un ejército, antes aniquilado,
y repobló un país, al-Andalus, vacío y deshabitado.
Llamó a su familia toda, junto a él,
desde donde dispersa estaba, y se sintieron en casa.
Todo aquél que vino, acosado por el hambre,
ahuyentado por las enemigas armas y fugitivo de la muerte,
halló a mi lado seguridad, obtuvo abundante bienestar,
tuvo riqueza y edificó casa y mantuvo familia.
¿No es, acaso, derecho mío sobre todos ellos, los Omeyas,
mucho más que cualquier ajeno jeque, protector de otro clan?

[Metro: Munsarih; Rima: lâ]

Al-Dâjil (El Inmigrado)

No hay nadie que jamás pueda reprochar ni decirme:
Gracias a mí ganó el poder al-Dâjil.
Fueron mi buena ventura, mi firmeza, mi afilado alfanje,
mi lanza y mi destino cumplido: las cosas que cambian.
Porque los reyes, en el Tiempo, como astros son:
unos surgen en el cielo, otros desaparecen.
La acertada decisión es que no se descuiden nunca.
¿Aspira, acaso, un descuidado gobernar a la gente?
Dicen: "Cuestión de buena suerte y no de buena mente".
Replico: "La mejor fortuna es la protegida por el inteligente".
¡Hijos de Omeya! Ya hemos reparado vuestras quiebras,
en Occidente, contra todos: Fortuna tiene sus tributos.
Mientras quede en pie un imâm de mi estirpe,
su soberanía estará firme y perdurable.

[Metro: Kâmil; Rima: lû]


Abd al-Rahmân I



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