miércoles, 4 de diciembre de 2013

POESÍA CULTERANA EN ESPAÑA

"Al tramontar del sol, la ninfa mía"

Al tramontar del sol, la ninfa mía,
de flores despojando el verde llano,
cuantas troncaba la hermosa mano,
tantas el blanco pie crecer hacía.

Ondeábale el viento que corría
el oro fino con error galano,
cual verde hoja del álamo lozano
se mueve al rojo despuntar del día;

mas luego que ciñó sus sienes bellas
dé los varios despojos de su falda
(término puesto al oro ya la nieve),

juraré que lució más su guirnalda
con ser de flores, la otra ser de estrellas,
que la que ilustra el cielo en luces nueve.


Luis de Góngora y Argote

"Ande yo caliente y ríase la gente"

Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno;
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,
y ríase la gente.

Coma en dorada vajilla
el Príncipe mil cuidados
como píldoras dorados,
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
y ríase la gente.

Cuando cubra las montañas
de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del Rey que rabió me cuente,
y ríase la gente.

Busque muy en buena hora
el mercader nuevos soles;
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena
sobre el chopo de la fuente,
y ríase la gente.

Pase a media noche el mar
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama;
que yo más quiero pasar
del golfo de mi lagar
la blanca o roja corriente,
y ríase la gente.

Pues Amor es tan cruel
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada,
do se junten ella y él,
sea mi Tisbe un pastel
y la espada sea mi diente,
y ríase la gente. 


Luis de Góngora y Argote



¿Pues que diré de la hermosura y brío,
gracia, donaire, discreción y aseo,
altivez, compostura y atavío 
de las damas da este alto coliseo,
nata del mundo, flor de la belleza
cumplida perfección, sin del deseo, 
su afable trato, su real grandeza,
su grave honestidad, su compostura,
templada con suave y gran llaneza? 
Lo menos de su ser es la hermosura,
pudiendo Venus mendigarla dellas
en gracia, en talle, en rostro, en apostura. 
Cuantas rosas abril, el cielo estrellas,
Chipre azucenas, el verano flores,
aquí se crían y gozan damas bellas. 
Estos son de sus bienes los mayores, 
y ellas en discreción y cortesía el esmero 
del mundo y sus primores.

La india marfil, la Arabia olores cría,
hierro Vizcaya, las Dalmacias oro,
plata el Perú, el Maluco especiería, 
seda el Japón, el mar del Sur tesoro
de ricas perlas, cacarea la China,
purpura Tiro, y dátiles el moro, 
México hermosura peregrina,
y altísimos ingenios de gran vuelo,
por fuerza de astros o virtud divina al fin, 
si es la beldad parte del cielo,
México puede ser cielo del mundo,
pues cría la mayor que goza el suelo, 
¡Oh ciudad rica, pueblo sin segundo,
mas lleno de tesoros y bellezas
que de peces y arena el mar profundo!

Bernardo de Balbuena


Alto estoy, tanto que me niega el velo
pardo el suelo a mis ojos, por airado,
en mirar que por nubes le he trocado
o porque niega, en fin, humano cielo.

Águila en vista fui, águila en vuelo,
mas como ajena alas he volado
temo me falten: miro que han parado
en ejemplos, mis émulos, del suelo.

Desprecio, altivos, dieron a su suerte,
al tiempo, a la fortuna: si han caído,
sus manos dieron puertas al mal suyo.

Conozco mi verdad, merezco acierte.
¡Desdicha, si me humillas, habrá sido
no por mi mal o culpa: por ser tuyo!

Luis Carrillo de Sotomayor

Después, amor, que mis cansados años
dieron materia a lástima y a risa,
cuando debiera ser cosa precisa
el costoso escarmiento en tus engaños;

y de los verdaderos desengaños
el padre volador también me avisa,
que aunque todo lo muda tan aprisa
su costumbre común niega a mis daños;

cuando ya las razones y el instinto
pudieran de mí mismo defenderme
y por causa fundada en escarmiento;

en otro peligroso laberinto
me pone amor, y ayudan a perderme
memoria, voluntad y entendimiento.

Juan de Tassis y Peralta "Conde de Villamediana"


"Culpa, Celia, tu error y no tu daño"

Culpa, Celia, tu error y no tu daño;
única te formó naturaleza.
Pues dime, ¿por qué quiere tu belleza
darte segunda con tan nuevo engaño?

No se rompió el espejo, no, y extraño
que eche menos tu vista su entereza;
cristal era no más; agora empieza
a ser espejo desde el desengaño.

Tu retrato en retratos dividido
en una parte muere, en otra alcanza
a merecerte en más copioso empleo.

Aquí queda mi error más advertido,
pues cuando hieres más a mi esperanza
hidra inmortal renace mi deseo.

Gabriel Bocángel

"¿Qué son los celos?"

¿Qué son los celos? El mayor tormento;
áspid que del veneno se alimenta,
con que a otros mata; infierno que atormenta
la memoria, el discurso, el pensamiento.

Quimeras admitir, abrazar viento,
hacerse de la parte de su afrenta;
curar el mal con lo que más se aumenta,
negarse en la experiencia al escarmiento.


De la menor sospecha que le llama,
el crédito fiar, que el juicio altera;
relámpago sin luz, fuego sin llama.


Si esto los celos son, con ser quimera,
¿qué será un desengaño? ¡Ay de quien ama!
¡Ay de aquella otra vez que aquí le espera!


Gabriel Bocángel




"Al Pensamiento"

¿Dónde vuelas, soberbio pensamiento?
Ícaro mozo, mi consejo espera:
mira que al polvo humilde y blanda cera
ni el sol perdona, ni respeta el viento.

Fénix es sol, y su divino aliento
la procelosa de Aquilón esfera;
de cera y polvo tú porción ligera;
teme, vuelve a la tierra, que es tu asiento.

Pero sube, camina, no repares,
rompa tu fuerza los contrarios vientos
hasta ver de tu sol su luz a solas;

que, si muerto cual Ícaro bajares,
nombre darás al mar de mis tormentos
y eterno vivirás entre sus olas.

Pedro de Soto Rojas

"Jazmines, esperanza en blanco"

Blancos jazmines, que en el blanco pecho
de mi cándida Fénix reposaste,
a quien color, a quien olor hurtaste
con ancha mano, si por tiempo estrecho.

puesto que ya por natural derecho
parece que gozáis lo que usurpaste,
¿cómo -decid- a tanto bien llegaste
que estoy de envidia, cual de amor, deshecho?

Volved las hojas ya lenguas risueñas,
así no le paguéis a la mudanza
el censo a que os obliga haber nacido;

pero no las volváis, que, pues por señas
muestran agora en blanco mi esperanza,
dirán mi muerte y, tras mi muerte, olvido.

Pedro de Soto Rojas



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